domingo, 9 de septiembre de 2007

-Ojo Guareña y Ermita de San Bernabé

Entre los términos municipales de Merindad de Sotoscueva, Espinosa de los Monteros y Merindad de Montija se encuentra el complejo kárstico de Ojo Guareña que es, con sus casi 100 kilómetros de desarollo, el conjunto de cuevas más extenso de la Península Ibérica y puede incluirse entre los diez mayores del mundo.
En las 13.850 hectáreas de extensión que tiene el complejo se encuentran también yacimientos arqueológicos del Paleolítico Medio, con interesantes referencias a la religiosidad de aquellas gentes.

La vida de los habitantes de esta zona burgalesa - la misma denominación de Sotoscueva es un claro indicador de ello- ha girado desde siempre alrededor de las cuevas.
Todo este fenómeno natural se formó y continúa formándose hoy en día, gracias a los ríos
Guareña y Trema, que se han introducido en el interior de un espeso macizo del Cretácico Superior, correspondiente a las estribaciones más meridionales de la Cordillera Cantábrica. Mediante fenómenos de disolución de roca calcárea por la acción del agua, estos ríos han configurado, durante millones de años, extensas simas, galerías, salas y lagos subterráneos. Dentro de las cuevas se distinguen numerosos tipos de algas, bacterias y hongos y se han detectado 63 especies de invertebrados cavernícolas, de las cuales cuatro son únicas en el mundo.

La red principal está constituida por diez cavernas: Palomera, Dolencias, Huesos, Cornejo, Cuatro Pisos, San Bernabé, del Moro, Sumideros del Trema, La Mina y Sumidero del Guareña, distribuidas en varios pisos.

Aunque tiene 18 entradas principales, únicamente se puede acceder a través de la Cueva y Ermita de San Tirso y San Bernabé, en un recorrido cercano a los 400 metros.
La entrada a la cueva se realiza por la denominada Sala del Ayuntamiento, utilizada como lugar se sesiones desde 1885 hasta 1924. Anteriormente se reunían en torno a una encina situada en el Alto de la Concha. En 1924 el ayuntamiento se trasladó a Cornejo de Sotoscueva. En esta cavidad también estaba ubicada la cárcel de la Merindad.
Poco después de introducirse en la cueva, puede verse la llamada Pila del Santo, que según la tradición se llena milagrosamente con agua por intercesión de San Bernabé y sirve para curar enfermedades de la vista.

Desde la primera exploración espeleológica llevada a cabo en 1956 por el grupo Edelweiss, en el interior del complejo se han recogido muestras de todas las culturas que se han sucedido en la Península Ibérica. En varias salas se conservan pinturas y grabados rupestres del paleolítico y pospaleolítico y de la Edad de Bronce, así como numerosos restos arqueológicos (cerámicas, armas, huesos, y unas huellas de pies humanos descalzos).

De los 28 lugares de interés arqueológico descubiertos en su interior, destaca por su singularidad la Sala de las Huellas: un conjunto de improntas de pies descalzos dejadas por un grupo humano que se introdujo en la cueva hace, aproximadamente, 15.000 años.
El conjunto de pinturas se localiza en el ábside de la sala y está compuesto por 50 triángulos, 38 de ellos rellenos con tinta plana; 28 representaciones zoomorfas (11 completas) correspondientes a cuatro cérvidos, tres équidos, ocho cápridos, cuatro bóvidos, un proboscídeo, un posible carnívoro y 6 antropomorfos, de los que destacan dos figuras rayadas y una pequeña representación esquemática con cabeza triangular. El conjunto se completa con numerosos trazos aislados y abundantes grabados, que aparecen también en las pequeñas laterales existentes.
Se han encontrado el esqueleto de un individuo de la Edad del Hierro que se perdió en la cueva. Junto a sus restos óseos apareció una fíbula de bronce, el broche del cinturón, también de bronce, y la cinta de cuero del mismo, cuyas tipologías se enmarcan cronológicamente a mediados del siglo VI a. C.
Dentro de la cueva también se puede apreciar la Galería de los Silos, en la que se conservan silos de origen medieval excavados en el suelo.

Contigua a la entrada de la cueva de San Bernabé, se encuentra la ermita rupestre del mismo
nombre. La primera advocación de la ermita fue San Tirso. En el interior se conserva una talla de este santo, fechada en el siglo XIII y unas curiosas pinturas murales en la bóveda natural de la sala rocosa que constituye la nave de la ermita. Están fechadas en 1705 y en 1877 y narran la vida, los milagros y los martirios de San Bernabé. El sábado siguiente al 11 de junio, se celebra la concurrida romería de este Santo.
Mención especial merece el enterramiento situado en el exterior de la Ermita de San Tirso y San Bernabé. El cuerpo se localizó semidescubierto, en una grieta de la roca caliza, con lajas de cubierta, que posiblemente se corresponda con algún eremita. Del interior se recuperaron varias inhumaciones que se encuentran actualmente depositadas en uno de los silos. Estos elementos hablan de un importante foco eremítico.
En el interior, en la Galería de los Silos, también se observan evidencias de arte rupestre postpaleolítico. En varios puntos se han localizado restos humanos, probablemente todos ellos de época medieval.
En la parte baja del valle de San Bernabé encontramos el sumidero del río Guareña, más
conocido como “el Ojo del Guareña”. En este bello y umbrío paraje puede verse como el agua del río desaparece en el interior de la roca caliza, propiciando la creación de un enorme dédalo de galerías que se desarrollan en seis niveles superpuestos, localizándose innumerables diaclasas, dolinas, simas y cuevas por las que el agua se infiltra con gran rapidez.
A la belleza del lugar se une el componente vegetal, con distintas tonalidades (robledales, hayedos, encinares) y el faunístico, siendo una zona de singular interés, especialmente destacable para las aves rapaces (águila real, buitre leonado, alimoche) que aquí nidifican aprovechando los cantiles rocosos labrados por la erosión que ofrecen repisas, abrigos y oquedades aprovechables por ellas. Junto a éstas, otras especies como el pito negro, pico picapinos, pico menor, azor, gavilán, ratonero común, águila culebrera, halcón peregrino, halcón abejero, cárabo y búho real, nidifican en la zona.
Esta diversidad se ve reflejada también en el resto de la comunidad de mamíferos: marta, garduña, gineta, turón, comadreja, gato montés, conejo, liebre, corzo, jabalí, etc. sin olvidar las varias especies de murciélago que utilizan el Complejo Kárstico como área de cría o reposo y refugio invernal.
Los anfibios y reptiles aquí presentes son comunes a otros espacios de la región: sapo partero, rana bermeja, tritón alpino, tritón palmeado, culebra viperina, culebra de collar, culebra bastarda, lagarto verde, lagarto ocelado, eslizón tridáctilo, lución, culebrilla ciega, ... son algunas de las especies.
Todos estos valores hacen que desde 2001 sea Lugar de Interés Comunitario dentro de la Red Natura 2000 de la UE.

1 comentario:

  1. Todos los pueblos vierten sus aguas fecales sin depurar a rios y arroyos del parque Ojo Guareña , en este parque esta permitida la caza . Una verguenza

    ResponderEliminar