miércoles, 25 de julio de 2007

-El Cid Campeador

Rodrigo Díaz nació en Vivar, pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de Burgos entre 1043 y 1050. Hijo de Diego Laínez, noble caballero de la Corte Castellana y de Teresa Rodríguez, hija de Rodrigo Alvarez. Descendiente es por línea paterna de Laín Calvo, uno de los dos Jueces de Castilla.
A los 15 años quedó huérfano de padre y se crió en la corte del rey Fernando I junto al hijo del monarca, el príncipe Sancho. Ambos crecieron juntos y trabaron buena amistad durante cinco años. También se educó en las letras y en las leyes, seguramente en el monasterio de San Pedro de Cardeña, lecciones que le servirían posteriormente para representar en pleitos al mismo monasterio y también al mismísimo Alfonso VI el cual confió al burgalés numerosas misiones diplomáticas en las que debía conocer perfectamente las leyes.
Entre los años 1063 a 1072 fue el brazo derecho de don Sancho y guerreó junto a él en Zaragoza, Coimbra, y Zamora, época en la cual fue armado primeramente caballero y también nombrado Alférez y "príncipe de la hueste" de Sancho II.
A los 23 años obtuvo el título de "Campeador" -Campidoctor- al vencer en duelo personal a Jimeno Garcés, alférez del reino de Navarra.
A los 24 años era conocido ya como Cidi o Mío Cid, expresión de cariño y admiración.
Con la muerte de Sancho II en el cerco de Zamora y tras la jura de Santa Gadea tomada por Rodrigo al nuevo rey castellano, Alfonso VI, le sustituye en el cargo de alférez real por García Ordoñez, conde de Nájera, y le proporciona un honroso matrimonio con Jimena Díaz (julio de 1074), noble asturiana, bisnieta de Alfonso V, con quien tuvo tres hijos: Diego, María (casada en segundas nupcias con el Conde de Barcelona) y Cristina (casada en segundas nupcias con el infante Ramiro de Navarra).
En 1081 el Cid es desterrado por primera vez de Castilla. 300 de los mejores caballeros castellanos le acompañaron en tan difícil situación.
Desde 1081 hasta1085 entra al servicio del rey de Zaragoza, al-Mutamín.
La invasión almorávide y la derrota en 1086 de Alfonso VI en la batalla de Sagrajas, propiciaron el acercamiento entre rey y vasallo, a quien se le encargó la defensa de la zona levantina y le concedió varios dominios.
En 1089 se produjo una nueva disensión con el rey, al llegar tarde las tropas de Díaz de Vivar al sitio de Aledo, lo que le provocó un segundo destierro y ser despojado de las concesiones anteriores e incluso de sus propias heredades. Junto con su mujer Jimena y sus soldados más leales marchó en busca de gloria.
A partir de este momento, planteó su intervención en Levante como una actividad personal y no como una misión por cuenta del rey. En 1090 saqueó el Reino de Denia y después se acercó a Murviedro (hoy Sagunto), provocando el miedo de Al-Qadir en Valencia, que pasó a pagarle tributos. El rey de Lérida, por su parte, pidió ayuda frente a Díaz de Vivar al conde de Barcelona, Berenguer Ramón II, al que derrota en Tévar en 1090. Como consecuencia de estas victorias, se convirtió en la figura más poderosa del oriente de la Península.
En menos de un año el Cid se hizo señor de los reinos moros de Lérida, Tortosa, Valencia, Denia, Albarracín, y Alpuente.
En torno al 1093, matan a su protegido de Valencia Al-Cádir, ciudad que fue tomada por Ben Yehhaf. El Cid asedió durante 19 meses la ciudad y finalmente entró triunfal el 15 de junio de 1094.
Rodrigo se convirtió en el señor de Valencia, otorgó a la ciudad un estatuto de justicia envidiable y equilibrado, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la mezquita de los musulmanes, acuñó moneda, se rodeó de una corte de estilo oriental con poetas tanto árabes como cristianos y gentes eminentes en el mundo de las leyes, en definitiva, organizó con grandísima maestría la vida del municipio valenciano.
Aún habría de combatir numerosas batallas, como la que el mismo año le enfrentó al emperador almorávide Mahammad, sobrino de Yusuf, el cual se presentó a las puertas de Valencia con 150.000 caballeros. La victoria fue total, tan grande fue el número de enemigos como grande fue el botín a ellos recogido.
En 1097 muere en la batalla de Consuegra su único hijo varón, Diego Rodriguez.
El domingo 10 de julio de 1099, muere el Cid debido a unas fiebres.
Sus restos fueron inhumados en el monasterio burgalés de San Pedro de Cardeña. Durante la Guerra de la Independencia los soldados franceses profanaron su tumba. Los restos fueron recuperados y, en 1842, trasladados a la capilla de la Casa Consistorial de Burgos. Desde 1921 reposan junto con los de su esposa doña Jimena en un emplazamiento privilegiado de la Catedral de Burgos.
Fuente Web de Victor

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